jueves, 13 de diciembre de 2007

CostroComic: La venganza del Gallimimus

Capítulo 1, La cena


Pasada la medianoche, Gallimimus y Bart coincidieron en el lugar social por excelencia de hoy en día que supone el Messenger. Durante la semana se había estado planeando la celebración de una bonita tradición navideña como era la cena en el Guarro de Vallecas, acompañados de lo más granado y elitista de la sociedad vallecana y disfrutando de una exquisita y exclusivísima cocina de autor. Autor no, perdón, Aitor, el rumano cirrótico que se encargaba de prepararlo todo.



Bart tuvo el detalle de invitar a Gallimimus que por oscuros motivos que más adelante serán revelados aceptó inmediatamente y quedó en verse con el resto de comensales en la parada de metro habitual para ir a cenar. Finalmente, tras una espera interminable para Gallimimus, llegó el día y la hora y se encontró con la agradable coincidiencia de que los demás estaban esperándole en la calle.



No estaban todos, faltaban este par de nuevos personajes, que para sorpresa de todos, llegaron con un poco de retraso.



Una vez en la mesa, todo era buen rollo (a pesar de los esfuerzos de Trolo) y armonía. El olor a grasa quemada, tendones, aceite, alquitrán y sesos de mandril que provenían de los fogones indundaba el restaurante y ayudaba a crear un ambiente de lo más propicio para que la velada fuese memorable. Todos tomaron sus sitios y pidieron la bebida. Gallimimus decidió que presidiría la mesa, sentándose entre dos viejas amigas...



Llegó uno de los momentos más críticos de la noche que era el de ordenar las raciones. Como toda tradición existente, la nuestra tenía un punto de absurdo bestial que se reducía a una ración de oreja repugnante que prácticamente nadie probaba, todos echaban pestes de ella, pero que jamás podría faltar. Como para Gallimimus esta era la primera vez, desconocía todo lo referente a la ración de oreja, y como simplemente observó que todos le concedían una importancia extrema, decidió que sería su aliada para conseguir sus objetivos. En un momento de despiste, añadió unas gotas de una botellita que llevaba consigo, y no estaba rellena precisamente de aceite de oliva, sino de un potente veneno que sumía al que lo tomaba en un profundo y eterno sueño. Gallimimus quedó satisfecho con lo que él creía que sería su plan infalible para acabar con todos.



Pero pasaban las horas y para desgracia de Galli y fortuna del resto, nadie tocaba la ración de oreja. Solo dos incautos se atrevieron a incumplir la tradición por motivos muy diferentes: Fede no pudo resistir la tentación de probarla (él fué en su momento el máximo defensor de esta ración) y calmar así su hambre voraz y Balles se vió traicionado por su remolino que atrajo una de las orejas para comérsela él mismo. Los dos muy pronto empezaron a sentir una somnolencia muy potente que les tumbó enseguida. El resto no se extrañaron porque pensaron que uno se había pasado con la sangría (les inquietaba más el hecho de que incluso durmiendo no parase de hablar por movi) y el otro.... bueno, lo del otro era lo más normal del mundo. Se dispusieron a irse y dar por concluida tan feliz tradición, con la alegría dibujada en las sonrisas de sus bocas y dejando a sus amigos postrados en el Guarro, no dormidos como creían, sino ¡¡ muertos !!.


Continuara...

4 comentarios:

lars* dijo...

¡¿Qué es esto?!
Y espero que los puntitos de la última viñeta sea un efecto óptico de la pantalla del ordenador y no...

pAbLO! dijo...

Jejeje, no son casualidad. Solo intentaba plasmar en la "viñeta" que todos nos íbamos muy contentos de la cena, incluida tú :)

Gonzo! dijo...

pago por que me suceda lo que a la hija pequeña de los Winslow (desaparecer de la trama y que nadie se pregunte donde coño estoy)

Anónimo dijo...

¿Dónde se mete Trolo cuando realmente se le necesita?